Hoy me fijé en el dibujo que me hizo un artista del barrio de Montmartre en Paris. Fue aquel un viaje feliz, y es que no siempre es así. A veces incluso las vacaciones son tan estresantes que estás deseando que acaben. Las prisas y la ansiedad por llegar corriendo a ninguna parte se han convertido en una costumbre de vida demasiado extendida.
Me viene a la memoria la canción de Julio Iglesias:
» De tanto correr por la vida sin freno
Me olvidé que la vida se vive un momento
De tanto querer ser en todo el primero
Me olvidé de vivir los detalles pequeños «
Procuro tener un espacio de tiempo que solo a mí me pertenece. Es un tiempo bello, dulce, sosegado y nunca jamás aburrido.
Escucho música – jazz-blues, celta, pop-rock, sinfónica … -, leo – los libros son muy importantes para mí, Amos Oz y su autobiografía Una historia de amor y oscuridad es uno de los que más me gustan -, o sencillamente me dejo seducir por un paisaje hermoso. Cabdella tiene un sendero que conduce al valle de Riqüerna hasta el rio Rus, es un lugar bellísimo, escondido en un entorno romántico, entre altas montañas con prados alpinos y aguas cristalinas. Este valle es una fiesta para los sentidos del cual regreso siempre feliz y cautivada.
No lo considero en absoluto una pérdida de tiempo. Es cuando más consciente soy de la vida y hace que mi mente recobre parte del equilibrio que la propia vida con sus devaneos me roba.
Según Khalil Gibran “El aspecto de las cosas cambia según las emociones, y por lo tanto vemos la magia y la belleza, cuando la magia y la belleza en realidad están en nosotros mismos”.