Nací en un día nevado de diciembre en la Vall de Boí junto al Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, un lugar precioso. Pero vivo desde pequeña en una localidad próxima a Barcelona.
Mi padre, es natural de Galicia, una tierra dulce y verde, de bosques con bruma y costas magníficas, surcada de rios y aldeas. Galicia es tierra de música y caminos estelados que con palabras de Rosalía de Castro, «é sempre un xardín».
Mi madre, nació en Cabdella – La Vall Fosca, en los Pirineos, entre montañas cubiertas de nieve, con lagos, rios, iglesias románicas… y en donde se puede escuchar el silencio. Un encanto.
Con mis origenes, no resultará extraño, que respete y valore mucho la naturaleza. Valores estos, compartidos ahora con mis hijos – he de añadir, que siento tristeza de formar parte de un país, que en nombre de las tradiciones se maltrata tanto a los animales. Eso, lamentablemente dice mucho de su cultura -.
Cabdella es mi refugio, un lugar que me fortalece, sus valles llenos de belleza, con agua fresca y clara, sus paisajes abruptos unas veces, dulces otras, me sacian los sentidos. Son muy bonitas las estaciones, especialmente otoño, con su festival de colores. También adoro su gente franca y auténtica, alguna de ella, bendecida incluso, con un toque de genialidad.
Guardo de este lugar, recuerdos inolvidables, de unos veranos despreocupados y felices. Pienso en papá, pescando truchas para la cena, en mamá preparando mermelada de frambuesa. Y yo,… despertando a la vida. Pero de eso, hace ya un tiempo…